La inmersión en hielo es una terapia de frío clásica, de hecho, fue el primer método relacionado con la sanación con frío. Es cierto que la aplicación de frío con hielo es muy beneficiosa en algunos casos, sin embargo, también tiene riesgos, lo que ha propiciado el desarrollo de nuevas técnicas como la crioterapia.
Esta semana analizamos la inmersión en hielo y algunos de los riesgos que tiene su aplicación directa.
La inmersión en hielo consiste en sumergirse en un recipiente con hielo, habitualmente una bañera, para que la acción del frío genere una acción desinflamatoria en el cuerpo.
Lo que conseguimos es que los músculos se relajen, la circulación sanguínea siga su curso y las zonas lesionadas mejoren de inmediato.
El hielo reduce las inflamaciones de manera evidente, sin embargo, el uso de hielo aplicado directamente sobre el cuerpo puede tener consecuencias muy nocivas.
En ámbitos profesionales, como por ejemplo equipos deportivos de élite, las terapias con hielo han sido sustituidas por cabinas de crioterapia, estas cabinas evitan que el cuerpo entre en contacto con el hielo, evitando quemaduras.
Otra de las ventajas de las cabinas de crioterapia es que la temperatura está controlada en todo momento, esto es beneficioso tanto para evitar hipotermias como para llevar a cabo un tratamiento progresivo, en el que el músculo se enfría poco a poco.
En Cryosense te ofrecemos la posibilidad de disponer de tu propia cabina de crioterapia, un tratamiento excepcional para recuperación de lesiones basado en la aplicación de nitrógeno líquido.
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